sábado, 11 de junio de 2011

Día 7

En la otra orilla del lago, en Velden, nos esperaba un auto espacioso y un chófer perfectamente uniformado. Ha hablado aparte con Karla. Otol encogió los hombros y nos sonrió de manera forzada. – Hoy vamos a pasar la noche aquí, tenemos habitación reservada en una gästehaus. – Siempre lo solucionas todo, cariño. Karla lo fulminó con la mirada.
Hemos pasado una noche tranquila y cómoda, desde que salimos, fue la segunda vez que hemos tenido intimidad Eva y  yo. Hemos estado hablando de nuestras cosas, de los demás. Hemos estado buscando una solución para Dante, y hemos acordado que dejaríamos a Karla y Oto, en cuanto pudiéramos.
Despúes del desayuno, nos esperaba a la puerta de la pensión, el chófer en perfecto estado de revista, cogimos nuestras pocas pertenencias y hemos subido al vehículo. – Si todo va bien, llegaremos a la noche.
El paisaje en esta zona de montaña es abrumador, parece como si un leñador loco hubiera acabado con los árboles, usando las cuentas del azar.

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