miércoles, 15 de junio de 2011

Día 10

Desde que llegamos ayer por la tarde, parece que vivamos una luna de miel. A Eva le encanta el lugar donde el glacial comienza a fundirse con las aguas del lago.
Hoy hemos paseado por la orilla, en el otro lado, lejos del glacial, se levanta unos enormes caserones, demasiado lejos para que puedan alterar nuestra felicidad. Ya no me acordaba de cuanto nos gusta estar juntos, de poder follar sin mirar si alguien nos verá. De levantarnos tarde, de disfrutar del paisaje sin temor de que nos digan que “no es para tanto”, la verdad, es que aquí el paisaje no es para tanto, aunque no estamos preparados para el frío, cuando empezamos a tiritar corremos para el refugio y entramos en calor. Me gustaría poder quedarnos aquí más tiempo. Agradeceré a Karla estos días.
Hoy he sido muy feliz, no tenemos horario y pasamos el día disfrutando de nosotros. El chófer trajo una caja de comida enlatada, tenemos de sobra para pasar una semana. Lo que menos nos preocupa es cocinar, y así, es todo mejor. 
Nos hemos acordado de Dante, pero teníamos que arreglar, primero, el desencuentro que hemos tenido desde que comenzamos el viaje.

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