martes, 21 de junio de 2011

Día 14

Hemos comenzado el retorno en silencio, solo el ronroneo del automóvil por la carretera solitaria. Eva mirando por su ventanilla el paisaje desde Veitsch. La arboleda oscura y espigada, y el sotobosque de helechos. El chofer no ha hecho ningún comentario, ni cuando vino a recogernos, le estábamos esperando, ni durante el camino. Solo el ruido del motor y Eva mirando por su ventanilla. Los Alpes renaciendo a la primavera en este lado de la montaña, en el otro, el invierno parece que se ha aposentado todo el año.
No siento lo que ha pasado, no hecho de menos su mano cariñosa, ni su mirada de cordero. Hemos hecho un pacto, sin palabras, sin gestos. Cuando lleguemos a Mooshan esbozaremos la mejor de las sonrisas ante Karla, le agradeceremos la deferencia hacia nosotros, y seguramente no volveremos a dirigirnos la palabra. Una palabra que siempre hemos tenido a diferente sintonía, solo nos unía el sexo y Eva creía que era algo más. Y ahora no nos queda nada.
¿Qué pensará Dante?, ¿qué se habrá creído el de nuestra relación?. Ahora dudo de todo y de todos. Dante, Oto y Karla, con Eva han quedado las cosas claras, con el silencio. Nuestro silencio.

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